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Xavi y la elegancia en cada pase. (foto: elconfidencial.com)

Aquel pase de Xavi

Diecisiete temporadas después, el histórico capitán blaugrana se despide del club de toda su vida. Jugadas, pases y goles, hay muchos. Aquí, la descripción del pase más bello de todos.

José Rubén Yerén

@jryeren

Publicado: 2015-05-23


“¿Sabes la jugada que hice anoche? ¡La de Xavi!” Así, irreverentemente emocionado, le contaba a Dante, mi hermano, la jugada que había hecho en la pichanga semanal que entonces convocaba al grupo de entusiastas peloteros de la oficina. Era un sábado cualquiera, mi hermano estaba de visita en casa, veíamos un partido del Barça y quise contarle mi hazaña. Sin levantar la mirada de la revista que ojeaba, me preguntó con desdén: ¿Y cuál es la jugada de Xavi? 

Listo, quería que me pregunte, así que solo quedaba contarle. Más que una jugada, era un pase. Y le fui explicando que se parecía a las que hace Ronaldinho, aunque sin el histrionismo del brasileño. No recordaba los detalles exactos; de hecho, fue mucho tiempo después, viendo el video en youtube, que descubrí que era mucho mejor de lo que la recordaba.

En puntitas de pie, Xavi Hernández observa las paredes que Iniesta y Busquets van construyendo en campo propio. Los tiene de frente, cerrando uno de los tantos triángulos imaginarios que el Barcelona de Guardiola armaba en cuanta zona del campo pudiese. O quisiese, para ser más precisos. Sus compinches avanzan pasándose la pelota entre ellos, y él, de espaldas al arco de Van der Sar, va retrocediendo, pasito a pasito, brinco a brinco.

Es mayo de 2011 y el majestuoso estadio de Wembley, en Londres, acoge la final de la Champions League. Dos colosos están frente a frente: Barcelona y Manchester United. Corren 26 minutos de juego, el partido está empatado, pero la pelota ya es del Barcelona. Pronto lo será también su rival. Y un poco más tarde, el codiciado trofeo.

Busquets acaba de pisar la línea del círculo central mientras le devuelve el balón a Iniesta, pocos metros a su izquierda. Casi en simultáneo, Xavi, que sigue retrocediendo con pequeños brincos, ya ha pasado a campo rival. Los ingleses, incapaces de interceptar la pelota, también miran mientras retroceden con él. De pronto, Iniesta controla con el pie izquierdo y Xavi sale disparado a su derecha (izquierda del ataque de su equipo) y con un fugaz trote ya está fuera del círculo central. También, del alcance de Ryan Giggs, que hasta ese momento lo tenía vigilado de cerca.

Entonces, Iniesta lanza el pase buscando a su capitán, ubicado pocos metros delante de él y ya en línea recta. Carrick se estira, intenta interceptar la pelota, pero no lo logra. El balón cruza la mitad del campo, Xavi lo deja pasar entre sus piernas y gira. Cuando Giggs se da cuenta, ya es tarde. El balón ya está en su campo, pegado al chimpún derecho de Xavi, quien, por fin, está de cara al arco rival.

El galés emprende la carrera en busca del centrocampista catalán. Corre del centro hacia la izquierda, mientras Xavi, menos veloz, pelota al pie y cabeza erguida, lo hace desde la izquierda al centro. Ambos trazan diagonales con las que, indefectiblemente, terminarán cruzándose. Tres cuartos de campo, ahí parece que será la colisión. Están a dos metros uno de otro, Giggs ya casi alcanza a Xavi, cuando este amaga soltar el pase a Pedro, quien bordea la medialuna. El galés, entonces, orienta su cuerpo hacia la derecha, para seguir ese pase que nunca llega. Xavi pisa la pelota atrayéndola hacia él y se mueve hacia la izquierda. Vuelve a ganar así más metros de distancia.

Burlado, Giggs vuelve hacia su izquierda, decidido a quitarle la pelota al azulgrana, quien ya tiene frente a él la imponente figura de Rio Ferdinand. Xavi da un paso más a la izquierda y es Rafael quien lo encara, cerrando su zona. David Villa, libre por izquierda se prepara a recibir el pase. Ferdinand lo detecta y se dispone a cubrir ese hueco. Vidic también se orienta a cerrar ese nuevo espacio que se genera mientras Evra hace lo propio, desatendiéndose de Pedro, quien sigue flotando cerca al área inglesa.

Ya cerca a la media luna, con Giggs regresando tras sus pasos, volviendo a acortar la distancia que los separaba, y con la línea de cuatro defensores frente a él, Xavi se decide. Lanza el pase. Pero no es Villa el destinatario. Con un movimiento casi antinatural, el bajito de Tarragona ha dado con su pie derecho un pase que se suponía debía ser la pisada de apoyo. Lo hace, además, con su cuerpo orientado hacia la izquierda, con lo que consigue engañar a los cinco rivales que esperaban el pase en la dirección opuesta.

La pelota cruza casi en paralelo a la línea del área grande, por delante de Giggs, de frente a su arco, y de los cuatro zagueros, de espaldas a Van Der Sar. Los cinco solo pueden girar bruscamente la cabeza en dirección contraria hacia donde perfilaban sus cuerpos. Libre, Pedro recibe el balón, lo controla y vence a Van der Sar con un remate al primer palo. Era el primero de los tres goles con que el Barça derrotaría al Manchester, logrando su cuarta y hasta ahora, última Champions.

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Pero ese gol era apenas una anécdota. Si Pedro fallaba daba igual. En ese extraordinario pase, Xavi nos había demostrado lo simple y bello que puede ser el fútbol.

“El futbol se juega con el cerebro. Debes estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado, ni demasiado pronto ni demasiado tarde”, decía Johan Cruyff. Así, con pequeños brincos, mirando de reojo a compañeros y rivales antes de recibir la pelota, y sabiendo ya el destino que le dará, Xavi nunca necesitó de esos maratónicos desplazamientos que hoy se elogian tanto para trasladar la pelota o llegar a ella.

Si el fútbol nos gusta tanto es porque hay futbolistas como Xavi. Pocos con esa riqueza técnica para golpear –acariciar– el balón. Su aporte a este juego es inconmensurable. Nos demostró que aspirar a la belleza en el fútbol es posible. Y que para jugar a este deporte no se necesita ser un atlas o un velocista. Cerebro y pelota, con eso basta.

Veo a Xavi despedirse del club de toda su vida y es inevitable no conmoverse. Inevitable también no recordar sus pases, sus goles –me quedo con el que le hizo a Casillas en el clásico del 5-0– o la famosa “pelopina”, esa jugada en la que giraba sobre su eje, con el balón pegado al botín.

“¡Qué vas a hacer tú esa jugada!”, me dijo mi hermano aquella vez. Pues, sí. La hice. Solo una vez, debo reconocer, pues con dos pies izquierdos se hace complicado jugar al fútbol. Seguiré intentando, cómo no. Esa jugada y estas líneas son el único modo que encuentro para rendirle homenaje al mejor futbolista español de todos los tiempos. Y uno de los mejores que vi en mi vida. #GraciesXavi


Escrito por

José Rubén Yerén

Comunicador, cinéfilo, viajero comodón y defensor del fútbol de ataque.


Publicado en

Calladito nomás

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